Este fin de semana vuelvo a tocar el piso sin zapatos. Mi oficina se reducirá por un par de días, al sillón azul que está junto a la ventana, con celular a la mano, textos pendientes de leer y mucho por escribir. Será bueno estar descalza.
Es la primera vez que dejo un espacio laboral y siento que me lo llevo en la mochila. Los proyectos los tenemos en la cabeza y en el corazón, así que se pueden echar a andar desde cualquier sitio. Tenemos un gran equipo. Lo mejor apenas comienza.
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