En el último día de vacaciones P elige entre varias opciones un paseo por Metrobus. Cada paso le produce emoción: comprar la tarjeta, registrala, pasarla frente al censor, subir al vagón y sostenerse de algún tubo. Bajar del bus y subir a la carriola para llegar algún sitio, no importa cual sea, y volver a trasladarse de regreso.
Pero cuando nos disponíamos a salir al aire libre, no había modo de avanzar con la carriola. Lo bueno es que ella camina desde hace tiempo, pero pensé en quien no camina e intenta moverse en silla de ruedas. Descender a nivel de tierra debe ser un suplicio de dependencia inadmisible. Le pregunté al oficial si podíamos usar algún ascensor o alguna rampa. -Están fuera de servicio- contestó sin levantar la mirada.
2 comentarios:
Creo que para bajar ese cochecito también necesitas superhéroes. Avisa y llegamos volando.
Deberías hacer algo con tu movimiento ciudadano para que se pongan las rampas y se de acceso a los disacpacitados. Yo le entró.
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