miércoles, 15 de abril de 2009

Ventanas para ver el mundo

Entendía antes que la percepción objetiva era inalcanzable, pero corroboré hace poco, parada en una pirámide zapoteca, cómo la interpretación lo es casi todo cuando hay que describir memorias, o identificar emociones. 
Es como soñar en blanco y negro y contar el sueño a colores. Los colores surgen de nuestros deseos, de nuestras expectativas, de lo que en ese momento pensamos y sentimos. 
A distancia lo que era grande se ve pequeñito. Lo que era inalcanzable no sólo se ve cerca sino que aveces hasta se vuelve no apetecible.
La conclusión me produce un sabor agridulce. Veo que yo coloreo la mayoría de mis experiencias, que asigno cualidades, que imprimo contrastes. Me gustaría que la realidad fuera lo más parecido a lo que interpreto de ella, pero no siempre es así, o más bien siempre no es así. Pero por otro lado eso me permite desmitificar pasados y presentes, colocar en páginas de ocasión a quienes doy primeras planas sin que la nota lo merezca. Al fin y al cabo mi ventana la abro y la cierro yo.

1 comentario:

alejandro dijo...

No estoy de acuerdo. Si la interpretación de la realidad dependiera sólo de la mente que la registra, no habría modo alguno de tener opiniones comunes sobre ciertas cosas. La estética misma sería 100% individual.
Algo de lo que viviste y algo de lo que pensaste y sentiste tiene referentes comunes, y posiblemente los siga teniendo en indénticas circunstancias.