jueves, 23 de diciembre de 2010

El México de las Mujeres Asesinas (das) Mi artículo en la Silla Rota

¿Quién no ha visto publicidad a más de diez metros de altura y muros de edificios en construcción que muestran enfiladas a más de ocho mujeres vestidas de gala roja con cabelleras de extensiones hasta el hombro y la boca rojo carmesí? Las caras de las “mujeres asesinas” nos son familiares, sus nombres artísticos también. En la tele y en las revistas más vendidas se reproduce la imagen de Evas ofreciendo la manzana del pecado con gesto de perversidad y asesoradas por el demonio enroscado en una serpiente parlante. La idea es cada vez más sofisticada, pero sigue siendo tan caricaturesca como popular.
En contraste, nos resultan desconocidos los nombres de miles de mujeres asesinadas en el Estado de México, en Chihuahua, además de en casi la mitad de los estados de la República. Sus rostros están desdibujados. Asumo con plena vergüenza que no alcanzo a juntar en mi memoria siquiera 10 nombres de estas muchas mujeres olvidadas en el silencio. Pero tendré uno siempre presente, cuya muerte viví de cerca y que por respeto al profundo temor de los padres de poner en riesgo al resto de su familia, omito en esta reflexión. Cuando ellos decidieron detener su protesta sabiendo que los asesinos de su hija estaban sueltos y que estaban protegidos por el sistema de justicia, me frustré más de lo que los comprendí.
Con la muerte de Marisela Escobedo, entendí el riesgo real que corren los familiares de víctimas del feminicidio. Ella protestó nueve días frente al palacio de gobierno porque dejaron en libertad al asesino de su hija Rubí Marisol Frayre Escobedo.

El gobernador César Duarte vocifera contra los jueces que liberaron al asesino Sergio Barrasa. Catalina Ochoa, Netzahualcóyotl Zúñiga y Rafael Boudib ya fueron cesados y serán procesados. Lo pendiente será que no sean arropados por la impunidad con la que cubrieron ellos al asesino.

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