jueves, 9 de diciembre de 2010

INDIFERENCIA ANTE LA DIFERENCIA mi artículo de esta semana en La Silla Rota

Cuando siento indiferencia es porque no siento. Así que en realidad concibo la indiferencia más como una actitud de inmovilismo frente a algo que racionalmente no importa, que intuitivamente no incita o que moralmente no afecta.
Supongo que las actitudes de indiferencia ante problemas ajenos tienen que ver con la distancia que generan las diferencias. Parece que la posibilidad de consideración requiere siempre cierta identidad. Y la identidad se genera con un lenguaje común.
El domingo opté por sacar efectivo del cajero y hacer las compras semanales en un mercado sobre ruedas en vez de en el supermercado de siempre. Repetí varias veces la sensación de preguntar el precio por kilo, por manojo y por pieza. Reproduje el acto de abrir la cartera para hacer cada pago al respectivo vendedor. En pocas palabras hice consciencia empírica al intercambiar un valor por otro. No hay justificación, pero confieso que en mi rutina semanal corro al aparador de naranjas y lleno una bolsa sin ver el costo, amontono un par de lechugas congeladas sobre el paquete de calabazas y no reparo si resultaron más caras que la semana pasada. Es hasta que acaba el mes, que me percato de que cada vez alcanza para menos.
Pues sí, la indiferencia se mantiene de falta de información, en la ausencia de un lenguaje compartido. No pude sino pensar en nuestros tomadores de decisiones. Me los imaginé a todos comiendo sopa de verdura y pensando en sus jugosos aguinaldos. Les doy el beneficio de la duda y asumo que su ajetreada vida al servicio público les impide igualmente percatarse de las dificultades que enfrenta la mayoría de la población para subsistir.
Algunos de nuestros gobernantes seguramente tendrán quien haga las compras semanales por ellos, así que no podemos esperar que experimenten la frustración cotidiana por la caída del poder adquisitivo. Pero estarían obligados a leer los periódicos y ver como las decisiones que han tomado han empobrecido al país.
El penúltimo mes del año cerró con la noticia de la Comisión Económica para América y el Caribe (CEPAL), sobre el aumento de la pobreza en México de 31.7% en 2006 a 34.8% en 2008. Podríamos pensar que, a consecuencia de la crisis económica mundial, eso sucede en todos los países semejantes al nuestro. Sin embargo, los demás países de la región lograron que sus niveles de pobreza disminuyeran. De acuerdo con reporte al que la CEPAL titula "América Latina: evolución de la pobreza y la indigencia, 1980-2010", México junto con Ecuador y Costa Rica fueron los únicos que reportaron un crecimiento de la pobreza, a diferencia del resto de los nueve países evaluados.


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