jueves, 3 de febrero de 2011

¿Perdió el PRI en Guerrero? Mi artículo de esta semana en la Silla Rota

Cambiar de nombre o apellido es sólo un trámite, pero dejar atrás lo aprendido después de pertenecer por años a una familia debe ser sumamente complicado. Las razones de crear alianzas electorales en México son comprensibles cuando en la lucha de poder se perfilan dos contendientes con fuerza que representan no sólo a grupos distintos, sino a ideales distinguibles.
Para Beatriz Paredes existen alianzas naturales y antinaturales. El partido al que presidió los últimos años se ha aliado tanto con el PAN, que supuestamente representa los intereses de la derecha como con el PRD al que intentamos jalar hacia la izquierda cuando lo dibujamos en el espectro político entre clivajes. Desde su punto de vista, al PRI su condición de centro le permite hacer combinaciones más espontáneas. Pero no olvidemos que en 2006, el PRI se sintió naturalmente cercano al PAN para lanzar candidatura común contra el expriísta Juan José Sabines que contendió por la alianza PRD-PT-Convergencia. Para 2009 tuvieron varias candidaturas comunes en Silao, Acámbaro, Dolores Hidalgo y otros municipios de Guanajuato tomados de la manita del PRD.
Las alianzas electorales nos hacen ruido porque tras nuestra historia de elecciones fraudulentas, muchos nos emocionamos con el olor de boletas, conteos y resultados. Lo que nos quita la emoción es el día a día del gobierno. Dar seguimiento a una decisión pública no altera el olfato de casi nadie. Así que nos inmutamos poco ante las alianzas de los tres partidos cuando se trata de nombrar comisionados del IFAI o negarse a promover una ley que proteja a los niños en las guarderías.

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