Las azoteas siempre me han gustado. Igual porque tienen una pinta de escondite al que recurren las películas de acción para incrementar el riesgo de las persecuciones, o porque es ahí donde los adolescentes se esconden a fumar, o las parejitas suben a fajar. Ayer pude disfrutar un rato viendo algunas azoteas desiertas de la colonia Roma. Nadie se ocultaba. O quizá estaban tan escondidos que desde las alturas no encontré a nadie infraganti. Y aún sin movimiento tienen un encanto innegable.
1 comentario:
A mí también me gustan las azoteas. Tan tranquilita que te ves, y piensas en travesuras de altura. Pues mira ojos vemos y en tus ojos eso no se ve a primera vista.
Saludos.
Jerónimo
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